La neurociencia y la economía

 

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La neurociencia, el estudio científico del cerebro y sus conexiones con todo el sistema nervioso y como consecuencia, el estudio del comportamiento humano,  nos ayuda en gran manera a entender nuestras respuestas ante los estímulos que percibimos diariamente y que muchos de ellos están implicados con nuestras finanzas.

Ahora se le suele llamar a la unión de la neurociencia y la economía, Neuroeconomía y que florece debido a la aplicación de otras interdisciplinas, como la teoría de juegos y al desvelamiento del papel de la corteza prefrontal en la recompensa y en la insatisfacción.

Los investigadores han diseñado test de conducta para los animales, en especial para los primates, y con ellos pueden calcular las probabilidades de riesgo o recompensa. El grado de avance es tal que ahora la neuroeconomía es capaz de hacer predicciones con mínimos márgenes de error sobre decisiones (animales) simples e incluso hacer correlaciones con la actividad neuronal.

Y es que cada vez somos más estudiados, más analizados, con lo cual se puede hacer un perfil de nuestro comportamiento, existe incluso una nueva forma de marketing llamada neuromarketing y su aliada la neuroventa.

Claro que anteriormente ya se hacían investigaciones acerca de como pensamos y que puede inclinar nuestras preferencias para tomar una decisión de compra por ejemplo. 

Un estudio que tuvo mucha repercusión fue el llevado a cabo en 1954 por los científicos; James Olds y Peter Milner de la Universidad de McGill (Canadá) implantaron un electrodo a cierta profundidad en el centro del cerebro de una rata, la ubicación precisa del electrodo fue de manera casual ya que no se tenía un mapa exacto del cerebro en ese tiempo.  Pues bien estos investigadores insertaron la aguja justo al lado del núcleo accumbens (NAcc), una sección del cerebro que genera sensaciones agradables. Y nosotros cada vez que comemos un trozo de pastel, escuchamos nuestra canción favorita, o nos compramos algo que nos gusta mucho, este NAcc nos ayuda a sentirnos felices.

Pero demasiado placer puede ser fatal, como pronto descubrieron Olds y Milner.  Estos investigadores fueron un paso más allá, y colocaron electrodos en varios cerebros de ratas y luego hicieron pasar una ligera corriente eléctrica en cada cable con lo que los núcleos accumbens estaban casi siempre excitados. Los neurocientíficos notaron que los roedores perdieron interés por todo. Dejaron de comer y de beber, incluso la conducta del cortejo se detuvo. Las ratas se limitaron a acercarse a los rincones de sus jaulas donde podían recibir las descargas y su dosis de felicidad, llegando al extremo -como bien sospechas- de morir en cuestión de días,  y ni siquiera la necesidad vital del agua las logró apartar de semejante conducta, murieron de sed.

Después de mucho investigar (años) los neurocientíficos descubrieron que los animalitos habían padecido un exceso de dopamina. La estimulación del NAcc provocó una oleada del neurotransmisor, lo que inundó de éxtasis a los roedores.

En los seres humanos las drogas adictivas funcionan de igual manera, el cerebro ha sido cegado por el placer y lo único que se quiere es alcanzar el estímulo que producirá esa liberación de dopamina tan esperada.

Entonces se forma un circuito con retroalimentación positiva que está intrínsecamente conectado con nuestros mecanismos de recompensa y de lo cual somos 99.9% inconcientes, no sabemos que ocurre pero de esa misma manera inconsciente buscamos la recompensa.

De esa forma es como terminamos haciendo lo que no hubiéramos querido hacer, o lo que no nos conviene hacer, pero que de momento (casi) no nos podemos resistir o nos cuesta mucho trabajo no hacerlo.  Nos convertimos en víctimas de esa sensación momentánea de felicidad.  Y esto aplica también para nuestras compras, cuando sin pensar en las consecuencias nos excedemos más allá de nuestras posibilidades, de nuestro presupuesto y acabamos actuando muy parecido a aquellos roedores del experimento, destruyendo nuestros planes futuros, nuestros ahorros y nuestra estabilidad económica.

Y claro que podemos tener control sobre nuestras reacciones, sobre nuestro deseo de felicidad (descarga de dopamina) y conducirnos exitosamente, evadiendo todas las posibilidades que nos llaman apelando a nuestros deseos. Podemos tener total control de todas esas variables.

 

 

 

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